Qué le importa más a mi empresa ¿yo o la imagen de mi yo?
Hoy en día hay muchas empresas que cometen un error grave al centrar todos sus esfuerzos en perfeccionar, maximizar y mejorar los canales de comunicación y distribución entre ellas mismas y sus clientes, descuidando lo que realmente puede marcar una diferencia cualitativa con su competencia.
Todas las empresas hoy en día (en mayor o menor medida) tienen la capacidad para invertir en SEO o SEM, en encargar una web atractiva, contratar un buen Community Manager que gestione de forma genial sus Redes Sociales. Y la verdad es que no se equivocan. El error lo cometen cuando olvidan realmente quienes son, cuál es su producto y qué tipo de servicio prestan a sus clientes.
Una empresa debe de asegurarse de que su marca, su producto y su servicio son perfectos, y realmente son lo que su cliente le está pidiendo. Todos los canales de distribución y comunicación que utilice le ayudará a atraer por primera vez a un cliente, pero si la experiencia de ese cliente, cuando visite la tienda, compre el producto o charle con la empresa, no son lo que esperaba, jamás volverá.
Es más, si el cliente queda lo suficientemente satisfecho, incluso no le importará pagar un sobre-precio por un producto que seguro que encontrará más barato en otro sitio. Y un ejemplo claro lo tenemos en Apple: el conjunto de la empresa, sus ordenadores, teléfonos, tabletas, y su servicio de atención al cliente (anterior y posterior a la venta) es de una calidad tan alta que a los usuarios no les importa pagar más por un producto que tienen similar en otras marcas, y además, volverán a comprar la nueva versión del mismo aparato en cuanto la empresa lo saque al mercado.
En definitiva, cualquier empresa debe invertir lo suficiente en los canales de distribución, comunicación y comercialización que crea oportunos, pero la clave real de su éxito radica en que ellas mismas, sus productos y sus servicios sean perfectos (al menos tan perfectos como sus usuarios requieran), y en el momento en el que se olviden de ellos, solo el fracaso inmediato les recordará qué es lo verdaderamente importante.